En Ciencia de Sofá somos muy poco partidarios de que saquéis los móviles en modo avión en medio de un vuelo para echar fotos por la ventana y ponerles ochocientos hashtags antes de subirlas a Facebook nada más aterrizar, pero si voláis por encima de esto, tenéis nuestro beneplácito.
Estaríais sobrevolando el lago Hillier, en Middle Isand, una isla de unos 5 kilómetros y medio de largo al sur de Australia. El lago mide 600 metros de largo y 200 de ancho y está rodeado de espesos bosques de ecualilpto y maleluca, una de estas plantas que los artículos citan como si fueran lo más normal del mundo, pero que nadie conoce. Muchas páginas de internet poco fiables dicen que “la ciencia no puede explicar el color de este lago”, pero eso es totalmente falso.
Fue descubierto en 1802 en la expedición Findlers, que duró 40 años y, ya en esa época, se reportó que el lago estaba saturado de sal: saturado en plan 340 gramos de sal por litro de agua, una salinidad parecida a la del Mar Muerto.Un entorno tan salino significa la muerte para la gran mayoría de animales que no dan repelús de acariciar, pero hay bacterias que pueden sobrevivir e incluso dependen de estas condiciones para desarrollarse. En concreto, la dunaliella salina y las halobacterias
Las primeras contienen una gran cantidad de beta-caroteno que las protege de la intensa radiación solar. El beta-caroteno está presente por ejemplo, en las zanahorias, las calabazas o tomates. Vemos por dónde van los tiros, ¿no? Esta sustancia química se usa en cosmética por sus propiedades antioxidantes, pero también en colorantes alimentarios por su color, que va desde amarillento hasta rojizo, según su concentración. Parte del color del lago Hillier viene de estas bacterias, cargadas de beta-caroteno.
Por otro lado, las aguas del lago están infestadas de halobacterias, unos organismos extremófilos que utilizan una proteína, la bacterioruberina, para absorber luz solar y realizar la fotosíntesis. Como habréis adivinado, se trata de un pigmento de color rojo.
“Al final de cada arcoiris hay un lago de aguas rosadas”. La naturaleza en su estado más cursi. Fuente: gloholiday.com
Total, que las dos bacterias juntas, mezclando el tono más claro de la dunaliella salina y el rojo más vivo de las halobacterias, son las que dan al lago su característico tono rosado.
Pero no os penséis que el agua de este lago tiene la consistencia y el color de un batido de fresa embotellado. Cuando te acercas al lago o sacas el agua de él, el color se aclara. Es sólo cuando lo miras desde el aire, sobre el fondo plagado de sal, que el lago parece de un tono mate.
Además, pese a la tonalidad inusual del agua, no resulta tóxica si se ingiere o, al menos, es igual de nociva que tomar el equivalente en sal.
Aunque pueda sorprender, no es el único lago de color rosa que hay en el mundo, aunque sin duda si es uno de los más fotografiados.
Su ubicación exacta es en la isla de Middle, la mayor de las islas del archipiélago de la Recherche en la costa meridional de la Australia Occidental. Este archipiélago está formado por 105 islas en el océano indico que suponen un gran obstáculo para la navegación.